jueves, 26 de diciembre de 2013

Revolución Libertadora: Los inicios

Revolución Libertadora: Los prolegómenos





El clima de violencia estaba instalado en la Argentina, incitado por el oficialismo desde su llegada al poder.
En 1951, ante las inminentes elecciones del 11 de noviembre, un grupo de altos jefes militares encabezados por el general Benjamín Menéndez, comenzó a intrigar secretamente para derrocar a Perón. Sin embargo, como las idas y vueltas y los conciliábulos se hicieron extremadamente largos, algunos de ellos comenzaron a impacientares.
Entre los conspiradores se encontraban los generales Eduardo Lonardi, Pedro Eugenio Aramburu y Eneas Colombo, los coroneles Juan Carlos Lorio y Arturo Ossorio Arana y los tenientes coroneles Bernardino Labayru, Luis Leguizamón Martínez y Emilio Bonnecarrere.
El nombramiento del general Aramburu como agregado militar de la embajada argentina en Brasil inquietó notablemente los ánimos e hizo creer a los conjurados que las autoridades se habían percatado de algo. Por esa razón, a partir de ese momento, los hechos se precipitaron.


Perón pronuncia un discurso

El general Menéndez, por entonces retirado, decidió actuar de inmediato y por esa razón, en la madrugada del 28 de septiembre, después de sincronizar movimientos con sus pares de la Marina y la Fuerza Aérea, se apersonó vestido con su uniforme de combate en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo (a la que pertenecía) y contactó a los capitanes y tenientes que lo seguían, entre ellos Julio Alsogaray y Alejandro Agustín Lanusse, para concentrarlos en el Regimiento 8 de Caballería con la misión de tomar la unidad.
Posesionados de la misma, los alzados abordaron los blindados y los ubicaron frente al Casino de Oficiales, iniciando un violento tiroteo que acabó con la vida del cabo Miguel Farina, perteneciente a las fuerzas leales al gobierno, y dejó herido al capitán Rómulo Félix Menéndez, hijo del jefe rebelde.
Eran las 07.25 cuando el coronel Dalmiro Videla Balaguer, director del Liceo Militar, llamó a sus superiores para advertirles que en el cercano regimiento acontecían hechos irregulares. En vista de ello, el general Franklin Lucero, ministro de Ejército, adoptó una serie de medidas urgentes tendientes a neutralizar el movimiento.



Frente del Jockey Club sobre la calle Florida


Al frente de tres tanques, cinco semiorugas y varios camiones con tropas a bordo, Menéndez partió de Campo de Mayo en dirección a la Base Aérea de El Palomar, que para ese entonces había sido copada por los brigadieres Guillermo Zinny y Samuel Guaycochea.
Mientras eso acontecía en el noroeste del Gran Buenos Aires, desde Villa Reynolds, provincia de San Luis, despegaron aviones caza de la V Brigada Aérea, que a las órdenes del vicecomodoro Jorge Rojas Silveyra, debían volar hacia Buenos Aires para atacar a a las fuerzas rebeldes. Para entonces, la Base Aeronaval de Punta Indio se hallaba en poder del capitán de navío Vicente Baroja quien, de acuerdo a planes preestablecidos, abordó un monoplaza AT-6 y seguido por el capitán de corbeta Siro de Martini despegó hacia el Aeroparque con la misión de impedir que Perón se fugara de la capital.
Al llegar a destino, se produjo una breve escaramuza cuando los aviadores rebeldes vieron que en la pista principal un transporte De Havilland Dove iniciaba su carreteo con la aparente intención de huir.
Creyendo que a bordo se encontraba el primer mandatario, Baroja se dirigió resueltamente hacia él para arrojarle sus dos bombas de 50 kilogramos, sin alcanzarlo. Detrás suyo, Siro de Martini abrió fuego con sus cañones perforando la cola del aparato pero el mismo, hábilmente piloteado por el comodoro Luis A. Lapuente, levantó vuelo y a muy baja altura, se escabulló por entre los edificios de Barrio Norte, en dirección sudoeste.
Para entonces, los accesos a la Capital Federal se hallaban bloqueados con camiones, ómnibus y barricadas en tanto el Ejército había montado puestos de vigilancia en diferentes puntos de la ciudad.
A esa altura Menéndez comprendió que las unidades que debían plegarse al alzamiento se habían mantenido quietas y que la asonada había fracasado pero, decidido a todo, se dirigió hacia Buenos Aires para acabar con Perón o morir en el intento. Sin embargo, a la altura de San Isidro, su columna se detuvo, falta de combustible y por esa razón, no le quedó más remedio que capitular y entregarse a las autoridades, a sabiendas de que podía ser fusilado. La revolución había fracasado.
Cuando la noticia se difundió, muchos de los complotados escapaban a bordo de un transporte de la Fuerza Aérea desde El Palomar, con destino a Uruguay, seguido por Baroja y De Martín en sus respectivos aviones. Finalizaba de esa manera el primer alzamiento contra el régimen peronista, fallido preludio de lo que iba a suceder cuatro años después.
Al día siguiente, el mismo presidente, en un agresivo discurso pronunciado ante una rugiente multitud, anunció desde los balcones de la Casa de Gobierno, el establecimiento del estado de guerra interna en todo el ámbito de la Nación y el fusilamiento de los jefes alzados, amenaza que finalmente, no cumplió.


Gral. Benjamín Menéndez

Benjamín Menéndez, un bravo general de Caballería que recién egresado del Colegio Militar, había tomado parte activa en la conquista del Chaco, fue enviado al penal de Tierra del Fuego, donde quedó detenido junto a sus seguidores. De acuerdo a algunas versiones, Eva Perón aconsejó a su marido insistentemente que pasase a los rebeldes por las armas pero aquel desestimó el pedido por considerarlo poco prudente.
Lamentablemente, la violencia no terminó allí.
El 15 de abril de 1953 Perón pronunciaba otro de sus encendidos discursos frente a la masa que se había reunido en Plaza de Mayo cuando estallaron tres artefactos de alto poder que mataron a seis manifestantes y dejaron a otros noventa y tres con heridas de distinta consideración.
Ante la gravedad de esos hechos, el mandatario volvió a azuzar a la turba vociferando frases tan violentas que aquella, enardecida, se encaminó en gran número hacia diferentes puntos de la ciudad para atacar las sedes de los partidos opositores. Ese día, fueron incendiadas la Casa del Pueblo, baluarte del Partido Socialista, sobre avenida Rivadavia; la Casa Radical, que se alzaba en la calle Tucumán; la central del Partido Demócrata (Conservador), en Rodríguez Peña 525, y finalmente, la sede del aristocrático Jockey Club, sobre la calle Florida, que ardió por espacio de dos días.
Entre las obras de arte que se perdieron en aquella luctuosa jornada figuran la biblioteca de la Casa del Pueblo que incluía colecciones donadas por el mismísimo Juan B. Justo; objetos de valor histórico del Partido Demócrata Nacional y los tesoros del Jockey Club entre los que destacaban la Diana Cazadora de Falgueriés, adquirida especialmente para esa institución por Aristóbulo del Valle (se la hizo rodar por las escaleras del salón principal), numerosos cuadros, entre ellos el de su fundador, el Dr. Carlos Pellegrini, obra de Bonnet que databa de 1908 y parte de su gran biblioteca, una de las más completas de la ciudad de Buenos Aires.
Nada hicieron los bomberos para apagar los incendios, salvo resguardar los edificios vecinos. Tampoco hizo nada la policía ya que los vándalos actuaron con total impunidad, destruyendo todo lo que encontraron a su paso.
Al día siguiente, el Dr. Manuel V. Ordóñez, que había viajado expresamente a Roma para referir lo que estaba ocurriendo en la Argentina, fue recibido por el Papa Pío XII quien, lo primero que le dijo al verlo fue:

-¿Sabe usted lo que ha ocurrido?
-No, Su Santidad – respondió Ordóñez.
-Han incendiado la biblioteca del Jockey Club – respondió consternado el Pontífice agregando – Estoy profundamente apesadumbrado. Se han perdido obras de incalculable valor allí.

Lo que el Santo Padre y buena parte de la opinión pública ignoraban era que, para fortuna de la posteridad, una parte de aquella colección y varios volúmenes de la biblioteca habían sido rescatados de las llamas y puestos a resguardo.
A partir de entonces, las frases de Perón se tornaron cada vez más violentas y brutales: “¡Yo les pido que no quemen más ni hagan nada más de esas cosas porque cuando haya que quemar, voy a salir a la cabeza de ustedes a quemar! ¡Entonces, si fuera necesario, la historia recordará la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días!” (7 de mayo de 1953); “¡Me piden que de leña…¿por qué no empiezan a darla ustedes?!”;“¡Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo!” o “¡Por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de ellos!”.
Ese era el ambiente que imperaba en Buenos Aires cuando se desataron los sucesos que a continuación vamos a relatar. Expresiones tan irresponsables no hicieron más que precipitar los hechos y llevar a la sociedad argentina al caos y el enfrentamiento civil. El régimen se debilitaba lentamente y la tensión comenzaba a adueñarse de la sociedad.


Esta antigua fotografía muestra el accionar de los bomberos sobre la sede incendiada del Jockey Club

La Casa del Pueblo - Sede del Partido Socialista después del ataque

8 comentarios:

  1. En mi vida había leído un relato de este luctuoso momento de nuestra historia tan gorila. Casi no se puede creer como intentan justificar la locura que significó el bombardeo de plaza de mayo. La paradoja es que comienzan la nota justificando la "revolución" (así llamaron a un golpe de estado cívico-militar donde derrocaron a un gobierno constitucional) por la violencia generada desde el gobierno nacional y después tocan de manera liviana todo la matanza entre militares y contra civiles desarmados. Sobre el comentario del Papa de aquel momento sobre el atentado contra el Jockey Club no voy a decir nada porque realmente causa risa, es un disparate total.

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    1. "En mi vida había leído un relato de este luctuoso momento de nuestra historia... "

      y no, en el canal Encuentro no te lo venden así. Pero eso es lo que pasó y que, desde el Peronismo, jamás quisieron que tomara la luz pública en los libros de historia. La visión del peronismo tiene que ser que "se ayudó a los pobres". Punto. Seguramente tampoco sabés que Perón era un pedófilo, ergo, un criminal sexual. ¿Como vas a saber eso de un quasi padre la patria, no? La referencia del blog que yo difundo (referencia al final de la entrada al blog) es del libro de Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55, Editorial EMECE. Son dos tomos, enteros, escritos por un historiador militar de primera. La verdad no es triste lo que no tiene es remedio. Saludos!

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  2. PEDOFILO, ES EL COLMO, JUSTIFICAR EL GOLPE CIVICO MILITAR , DECIR UNA REVOLUCION, ES PAYASESCO, UN GOBIERNO NO SE LO DERROCA, SE LO VENCE EN LAS URNAS, ALGO QUE LOS GORILAS Y SUS ALIDOS NUNCA ENTENDIERON NI ENTENDERAN, EL GOLPE ES LA UNICA FORMA DE VENCER A UN PUEBLO QUE QUIERE PROGRESAR Y SER LIBRE.

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    1. A ver, pibe... no es justificar. Contar la historia no es justificarla, es simplemente contarla. Y contar la verdad, tal y como fue. Yo vengo de una familia peronista donde Perón y su bondad hacia los pobres y todo esa liturgia absurda era pan de todos los días. Mi propio padre fue tropa leal a Perón y fue arrestado por ello. Pero Perón jodió a mucha gente y no porque fuese precisamente un demócrata, al contrario, era un fascista hecho y derecho. Una persona que tenía al Congreso por escribanía, rodeado de alcahuetes, inútiles, alejado de gente que no compartía su visión de la Argentina y que tenía mucho que aportarle al país. Él mismo se encargó de endulzar su ego con culto a la personalidad su gobierno (desde los cuadernos escolares con los dibujos de Perón y Evita hasta el uso indiscriminado de su nombre para edificios, calles y provincias). El congreso de Perón promulgó una ley que decía que criticar a los ministros del gobierno conllevaba penas de prisión... ¿qué "democracia" era esa? El primer premio Nobel recibido por labores científicas fue para Leloir... Leloir, como muchos intelectuales, no se bancaban a Perón y tuvo que ir solito a Estocolmo a buscar el premio y ningún medio de comunicación (todos por ley bajo la órbita del gobierno) de ese momento dio cabida a tamaña noticia que hubiese llenado de orgullo a los argentinos. Esta "Revolución" se llamó Libertadora porque vivir bajo el gobierno de Perón no siendo peronista era un AGOBIO. Y la popularidad de Perón, como lo es la de cualquier gobernante moderno, no era estable. No todos lo quisieron todo el tiempo. Perón mismo lo reconocería después en el exilio. Y fue un hecho de amplia popularidad, tal como lo fue el 17 de Octubre de 1945. Y si es por golpes y urnas, Perón fue protagonista directo del golpe de 1943 y, desde el exilio, alentó todos los golpes de estado desde 1955 hasta su retorno. Así que el mismo Perón era un golpista traidor a la patria hdugmp... como dicen ustedes. Saludos

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    2. Clarisimo Esteban!!!. Me tomo el atrevimiento de decir que le premio Nobel era el Prof Dr Bernardo A. HOUSSAY:
      Ganador del premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947.

      Fue un médico y fisiólogo excepcional nacido en Buenos Aires el 10 de abril de 1887 y fallecido en la misma ciudad el 21 de septiembre de 1971. Calificado como sabio de genuinos valores, Houssay siguió una línea ascendente en el cultivo y la profundización de las ciencias de la fisiología. Su nombre es respetado en todos los centros médicos del mundo, ya que se lo reconoce como un maestro cuyo único destino fue el de vivir para la ciencia y por la ciencia. Por ello no causó ninguna sorpresa que se le adjudicara el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947, compartido con los esposos Carlos F. Cori y Gerry T. Radnitz. En 1958 a sus instancias se crea el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.-

      Leloir fue en los 70 y el galardon fue en Quimica Organica...
      Un Gran Abrazo!!!

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    3. Tenes razón Tordo222, es que Houssay fue mentor de Leloir y siempre me los confundo... Fue Houssay. Precisamente luego de la huida de Perón se pudo fundar el CONICET. Un abrazo!

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    1. Juan, nunca te pareció todo una falacia el mismo peronismo? Un partido que nació cuando el fascismo y el nazismo eran derrotados... Ni en eso fueron actuales.

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